» El Banco Central deberá buscar una fórmula que, al aumentar la tasa de interés para frenar el gasto interno y con ello la inflación, sea tal que no afecte la ya debilitada inversión.»
La reciente entrega del Índice de Precios al Consumidor (IPC), encendió las alarmas de preocupación en las autoridades y del público en general, ya que la variación del 1,4% del mes de julio, superó lo esperado por el mercado, para situarse en un 13,1% en términos anualizado, su mayor nivel en los últimos 28 años. Esto porque la escalada de precios no cede y lo peor, es que no se vislumbra el punto de inflexión que ponga término a esta tendencia, en lo que resta del año, porque los factores que la han configurado no sólo responden a factores internos, sino que además a factores internacionales.
En lo interno, la elevada inflación responde a la cuenta que la economía está pagando, por el exceso de liquidez provocado por las transferencias, subsidios, los IFE, sumado a los retiros de fondos de pensiones que significó una inyección de dinero del orden de los U$ 75.000 millones, generando una capacidad de gasto inédita para nuestro país, en un corto período, que ha superado con creces la capacidad productiva de nuestra economía, que viene decreciendo como ya se muestra en los datos mensuales del Imacec. Sin embargo, esta dinámica que explica este shock de demanda, y que solía ser la principal causa de la inflación en Chile, y a nivel global, se conjuga con un cambio de paradigma en el comportamiento de la inflación, ya que hoy en día no responde sólo a causas internas desde un frente de demanda, sino que por otros factores, que están generando cambios de expectativas derivadas de inestabilidades políticas, reformas institucionales y sociales, que afectan el comportamiento de las empresas, sobre todo cuando estos impactan los costos de producción, ante lo cual, muchas de ellas posponen inversiones afectando la actividad productiva y las condiciones de crecimiento, dificultando la recuperación de la oferta agregada necesaria, para contrarrestar las presiones inflacionarias.
En lo internacional, hay tres factores que de algún modo golpean nuestra economía. Uno, el aumento en la tasa de interés en EE.UU, que dependen de lo que pase con su inflación interna, ya que, si esta continúa alta, la tasa será más agresiva. Esto, significa mayor depreciación del peso, porque hay mayores flujos de inversiones nacionales hacia el país del norte, disminuyendo la oferta de divisas en nuestro país, y aumentando localmente el precio del dólar, encareciendo con ello, nuestras importaciones, principalmente de petróleo y alimentos. Dos, la evolución que tome el conflicto de Rusia y Ucrania, por los impactos ya conocidos en el precio de los combustibles y de bienes agrícolas que han provocado presiones inflacionarias a nivel global. Tres, la recuperación de China, por la última variante del covid 19, y las medidas sanitarias extremas que restringieron la movilidad total en algunas ciudades, afectando la demanda de algunos commodities, que por cierto han afectado el precio del cobre para Chile. La convergencia de estos factores ha golpeado fuertemente el precio del dólar en nuestro país llevándolo por algunos días a superar los $ 1.040, constituyéndose en un mecanismo de transmisión en la generación de una inflación importada, incidiendo en los costos de producción, dando paso también a presiones de inflación por el lado de la oferta.
El desafío lo tiene el Banco Central en Chile, que deberá buscar una fórmula tal, que, al aumentar la tasa de interés, para frenar el gasto interno y con ello la inflación, sea tal, que no afecte la debilitada inversión, que hoy sufre los embates de las bajas expectativas y de la incertidumbre.
Víctor Hernández Roldán, Facultad Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad de Concepción. Columna opinión de El Sur, Viernes 01 de Julio 2022 |
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