El nuevo fetiche | FACEA UDEC

» Y las `aclaraciones` posteriores a la cuenta por parte de los Ministros Marcel y Vallejo hacen presagiar, entre otras evidencias, una reforma tributaria más que no resultará.»

El Presidente anunció un nuevo proyecto de reforma tributaria para financiar la solución de necesidades sociales. Algunas de ellas muy loables, pero imposibles de solventar ni siquiera parcialmente. En efecto, el listado de temas incluye el combate a la delincuencia, reducción de las listas de espera en el sistema de salud, sala cuna universal, mejora de pensiones, pago de la deuda histórica a los profesores, condonación del CAE, enfrentar el narcotráfico y crear el sistema nacional de cuidados de personas. La lista es variada, larga y muy onerosa.

Es importante recordar que desde el 2010 se han realizado ocho (!!!) reformas tributarias cuyo objetivo siempre ha sido aumentar la recaudación fiscal. Se le ha pedido al sector privado esfuerzos adicionales en cada oportunidad, siendo el más importante en 2014 (reforma de Bachelet) que iba a recaudar tres puntos del PIB para conseguir «educación gratuita y de calidad para todos». No resultó la recaudación ni la educación deseada y Chile no creció. De hecho, si hubiésemos crecido al promedio que lo hizo el mundo (2,6%) a partir de ese año, sin reforma tributaria alguna, el fisco tendría hoy más recursos y el PIB per cápita sería un tercio mayor.

Por otra parte, la reforma tributaria anunciada sería la condición habilitante para resolver todos los temas señalados, tal como lo fue en la cuenta 2022 la rechazada Constitución. Hoy el nuevo fetiche es la reforma tributaria. Aquí surge una primera inconsistencia: la sola condonación del CAE (8,5 mil millones de dólares) y también el pago de la deuda histórica (de 9 a 17 mil millones de dólares) superan en gastos largamente la expectativa de mayor recaudación. Y las «aclaraciones» posteriores a la cuenta por parte de los Ministros Marcel y Vallejo hacen presagiar, entre otras evidencias, una reforma tributaria más que no resultará.

Está claro que la larga lista de promesas NO se financia con la reforma tributaria esbozada y que ésta no recaudará lo que espera.

En los últimos días ha habido un giro semántico, ya que hay autoridades que se refieren ahora a un «pacto fiscal». Sería recomendable que con esta nueva denominación de la reforma tributaria se aprovecharan de abordar aspectos de fondo como la eficiencia en el gasto fiscal ya que, como ocurre en toda organización, aún en las familias, al enfrentar gastos importantes se comienza por investigar donde ahorrar, habiendo aquí enormes espacios para ello (los más de 94 mil nuevos empleados públicos cuestan 1.500 millones de dólares), la cancelación de programas sociales que la propia Dirección de Presupuestos ha evaluado negativamente (no cumplen sus propósitos), los sobresueldos y asignaciones mal pagadas así como las horas extras en la administración pública que según informes de Contraloría alcanzan los 43 mil millones de pesos y un larguísimo etc.

Debiera entonces equilibrarse la propuesta en términos de su financiamiento con medidas como: i) mejor gestión de recursos por parte del gobierno; ii) apuesta decidida por el crecimiento económico (cada punto de mayor crecimiento significa ingresos al fisco por 800 millones de dólares) siendo un camino la rebaja de impuestos para lograrlo; y, iii) diseñar un sistema tributario más simple y parejo (lo que evita la evasión), ampliar la base imponible y promover y facilitar el ahorro y la inversión.

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Sergio Escobar Miranda, Facultad Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad de Concepción.

Columna opinión de El Sur, Viernes 09 de junio 2023