«El desafío es ser capaces de superar los vaivenes que genera el ciclo político en la administración nacional, regional y local, para mantener un acuerdo transversal por el crecimiento regional.»
El crecimiento económico ha estado en la discusión mediática en las últimas semanas. Más allá de la confusión que ha existido en el debate entre «crecimiento de largo plazo», «recuperación económica» y «variaciones a lo largo del ciclo económico», el crecimiento nacional y regional ha estado en o sobre los niveles de capacidad de crecimiento de largo plazo de la economía chilena.
De acuerdo con el Banco Central de Chile, en los tres primeros trimestres del año 2024 el producto interno bruto nacional creció en 2,3%, mientras que en la Región del Biobío esta tasa fue de 3,8%. La tasa de crecimiento tendencial del país fue estimada por el mismo Banco Central en 2,1% anual para el período 2023-2032. Es decir, hemos recuperado los niveles de crecimiento a los cuales podemos aspirar en el largo plazo.
En el caso de la Región del Biobío, estamos creciendo sobre este nivel. El problema es que esta capacidad de crecimiento se estima baja para las aspiraciones que tiene la comunidad y que este crecimiento aún no se ha traducido en mayor capacidad de consumo para la población. Entonces lo que debería estar en el ojo de la discusión pública es cómo incrementamos la capacidad de crecimiento tendencial de la economía chilena.
Parece existir consenso en los analistas que, si seguimos haciendo lo mismo que hemos venido haciendo los últimos años, la economía no va a crecer más rápido. Además, el crecimiento no debería apoyarse exclusivamente en la explotación extensiva de los recursos naturales, sin mejorar la productividad de los factores, ni velar por la sustentabilidad ambiental. Lo que el país requiere es agregar valor a su actividad productiva, a través de la innovación y el conocimiento.
El Plan de Fortalecimiento Industrial para la Región del Biobío, que responde al cierre de la Siderúrgica Huachipato, es una iniciativa en el plano regional que podría contribuir a este desafío desde la perspectiva local. Este plan, en sus aspectos de fomento productivo, pretende fortalecer a los sectores productivos que impulsan la economía de la región, pero al mismo tiempo favorecer el desarrollo de nuevas iniciativas que incorporan innovación y conocimiento.
Sin embargo, esta iniciativa enfrenta distintos desafíos para que sea exitosa. Un desafío muy importante es el de generar una gobernanza para el plan, que permita sostener su implementación durante el tiempo necesario para poder percibir los resultados de las acciones contempladas, tiempo que más que medirse en años podría medirse en décadas.
El desafío es ser capaces de superar los vaivenes que genera el ciclo político en la administración nacional, regional y local, de forma de mantener un acuerdo transversal por el crecimiento regional que supere las diferencias ideológicas de los distintos gobiernos de turno y que incorpore a todos los sectores y grupos de interés. Esto es, aunar a los actores económicos, políticos y sociales, en forma sostenida, detrás de este esfuerzo de desarrollo planificado, hasta que rinda sus frutos. Se trata de una tarea no menor, que no depende tanto de la suficiencia de las medidas económicas adoptadas, como de la disposición de los actores de llegar a acuerdos y sostenerlos en el tiempo. Un compromiso con esta iniciativa podría ser una buena promesa de año nuevo.
Dr. Jorge Dresdner C. Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad de Concepción. Columna opinión de El Sur, Viernes 27 de diciembre de 2024 |
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