Crecimiento regional: Conocimiento y emprendimiento | FACEA UDEC

«La tasa de crecimiento de la Región es menor a la tasa de crecimiento del país y ciertamente de la RM, haciendo que la participación del PIB regional se haya reducido a la mitad.»

Uno de los grandes objetivos en economía y la política pública es el crecimiento económico. Sabemos que una tasa de crecimiento alta nos permite resolver muchos problemas económicos en forma más rápida y efectiva y sus habitantes pueden disfrutar de un estándar de vida más alto y mejores servicios sociales.

La experiencia de distintos países a lo largo del tiempo ha permitido entender el origen de la prosperidad y pobreza de las naciones y los esfuerzos que ellas han puesto desde el punto de la política pública para fomentar uno de los vehículos importantes para generar esa prosperidad y evitar los flagelos de la pobreza, como es el crecimiento económico. Los datos muestran las diferencias en los ingresos per cápita entre países, pero también al interior de ellos cuando comparamos la evolución del crecimiento entre las distintas regiones. En la Región del Biobío, y así lo muestran los datos de los últimos 20 años, la tasa de crecimiento es menor a la tasa de crecimiento del país y de la RM, haciendo que la participación del PIB regional se haya reducido a la mitad. También reconocemos los esfuerzos de los gobiernos regionales y de los gremios empresariales de implementar planes para fomentar el crecimiento regional. Muchas de estas iniciativas implicaban fomentar la inversión en la región, potenciar las relaciones internacionales para fomentar las exportaciones, hacernos más atractivos como región para fomentar los negocios y fomentar la investigación, desarrollo e innovación como la clave para recuperar el crecimiento.

Sin embargo, la evidencia muestra que el círculo virtuoso que genera el ahorro para financiar la inversión, y con ello la acumulación de capital, no explican por qué los países y las regiones crecen relativas a otras generando las disparidades que observamos. A partir de esta evidencia la mayor parte del esfuerzo se ha ido centrando en el rol que le compete a la generación de conocimiento o también llamado progreso tecnológico poniendo énfasis en un mejor entendimiento de cómo se produce ese conocimiento, identificando el rol de la investigación, el desarrollo y la innovación (I+D+I), la inversión en capital humano avanzado y una mayor disponibilidad de recursos para financiarla. A pesar de que muchos países han hecho esfuerzo de incrementar ese gasto como porcentaje del PIB, la evidencia más reciente demuestra que no es garantía que eso implique mayor crecimiento. Los datos de Europa corroboran esos resultados con un fenómeno que se le conoce como «la paradoja europea» en que se observa un modesto crecimiento, a pesar de altos gastos en investigación y capital humano.

Estos resultados demuestran que el link no es automático y por lo tanto han motivado mayores esfuerzos en mejorar nuestra comprensión sobre la relación entre conocimiento y crecimiento y el rol de otros factores que generan links observables, medibles y que son necesario considerar y fomentar. Entendíamos que una nueva tecnología generada en un centro de investigación, potenciada para la empresa incumbente en una incubadora abre posibilidades para los demás de aprovechar este avance motivando a una nueva empresa a comercializar nuevas ideas no aprovechadas por el incumbente, pero eso no ocurre necesariamente, a menos que existan factores que faciliten ese proceso de «salpicar» el conocimiento a otros. El rol del emprendedor es fundamental ya que representa el factor conducente a la diseminación del conocimiento en oportunidades de negocios.

Dr. Iván E. Araya Gómez, Facultad Ciencias Económicas y, Administrativas, Universidad de Concepción.

Columna opinión de El Sur, Viernes 23 de diciembre de 2022